¡Búscanos en las redes sociales!

Síguenos en Twitter.com/c_indigenas o como @c_indigenas.
Búscanos en Facebook como Corresponsales Indígenas y hazte fan

17 mar 2009

Presentó Sabine Masson un libro dedicado a las tojolabales de Chiapas

Ciudad de México, DF., (Notimex).- Con especial dedicatoria a las mujeres tojolabales del estado de Chiapas, "quienes deberían estar aquí para que dieran a conocer su realidad", la investigadora suiza Sabine Masson presentó hoy aquí su libro "Tzome Ixuk", que resume la historia de un grupo de mujeres en permanente lucha social.

Masson es activista social y política y este día, acompañada por Ixic Duarte, Martha Patricia Castañeda y Martha Sánchez Néstor, dio a conocer que la idea de escribir el libro "surgió desde hace ocho años, de su compromiso solidario con las mujeres de Chiapas, a partir de su posición de investigadora en Ciencias Sociales".

Otro detonante para elaborar el volumen, dijo, descansa en su compromiso político con las redes solidarias de apoyo a Chiapas. Ella nació en Suiza y llegó en el año 2000 a esa entidad del noreste mexicano con dos metas. "Una era llevar a cabo una investigación sobre los movimientos organizativos de las mujeres indígenas", dijo.

La otra, ayudar. "Así trabajé con diversas organizaciones y cooperativas, entre los años 2000 y 2002, haciendo procesos de educación, talleres, trabajo organizativo y, de paso, investigaba lo relacionado con ellas. En ese proceso me encontré con la cooperativa Tzome Ixuk, que significa Mujer organizada, en tojolabal", recordó

"Tzome Ixuk" se ubica en un barrio de la cabecera del municipio de Margaritas, Chiapas. Inicialmente movilizadas por la crisis alimentaria de su familia, con un molino y una tienda de abarrotes, hoy se han convertido en un colectivo de defensa de los derechos de las mujeres indígenas y centro de atención a mujeres violentadas.

"Encontrarme con esa cooperativa me llevó a centrarme en una etnografía, con el objetivo de analizar los procesos de mujeres organizadas desde un triple enfoque: de género, de relaciones interétnicas, y su relación con la tierra y la actividad económica", explicó la autora a Notimex, en el marco de la presentación de su libro.

Esas mujeres, dijo, son partícipes de la sociedad civil y defensoras de su autonomía. "Utilicé una metodología particular, de investigación-acción participativa, y de enfoque feminista poscolonial, es decir, con un intento de descolonizar las formas y metodologías de investigación, sobre todo las extranjeras como en este caso la mía", subrayó.

El libro cuenta y analiza las historias de vida de las mujeres miembros de esta cooperativa y sus procesos organizativos. El texto se estructura en cuatro partes: la finca, el barrio, la cooperativa y el centro. Cada apartado tiene sus particularidades, que la autora describe con una claridad apta para todos.

Sobre la finca hay relatos de las mujeres tojolabales, empiezan en una hacienda donde vivieron hasta principios de los años 80. Sus testimonios son analizados en relación con la historia y actualidad del modelo chiapaneco de servidumbre agraria, y en particular, con sus elementos de explotación y violencia hacia las mujeres.

El libro sigue con el barrio, donde continúan las historias de vida con el relato del fin de la finca y la llegada a su actual barrio en la cabecera. Esta transición es pensada en el contexto de las luchas agrarias de la época, pero es considerada desde la vivencia específica de las mujeres, de cara a las nuevas formas de servidumbre de hoy en día.

En el apartado de la cooperativa se halla el corazón del texto, donde emerge la historia organizativa de las mujeres, abarcando las diferentes motivaciones y etapas que guían este proceso. Se contemplan, tanto la importancia del análisis teológico de la realidad, como la búsqueda práctica de supervivencia económica.

El último apartado es el centro. Como conclusión abierta, ahí la autora analiza el nuevo proyecto de centro de atención a mujeres víctimas de violencia y la extensión del trabajo de formación en las comunidades, no sólo como avance del grupo, sino también como expresión del fortalecimiento organizativo de las mujeres tojolabales.

Finalmente, Sabine Masson señaló que convivió, participó en los trabajos y apoyó con el compromiso social y político que la llevó hasta Chiapas. El resultado, un libro "que debería ser dado a conocer por ellas, porque fueron las mujeres indígenas tojolabales quienes dieron la voz y la información para dar forma al texto".

Lanzan convocatoria para Premio Nacional de la Juventud Indígena

Ciudad de México, DF., (Notimex).- La Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas (CDI) y el Instituto Mexicano de la Juventud (Imjuve) lanzaron la convocatoria al Premio Nacional a la Juventud Indígena 2009.

Con el fin de reconocer a los jóvenes indígenas que de manera individual o colectiva efectúan acciones, obras y proyectos para fortalecer su cultura y el desarrollo de su comunidad o región, el CDI, el Imjuve y la Secretaría de Educación Pública (SEP) publicaron las bases en su página oficial.

En la competencia por el Premio Nacional a la Juventud Indígena 2009 podrán participar mujeres y hombres mexicanos de 12 a 29 años, que residan en el territorio nacional y que pertenezcan a alguno de los pueblos autóctonos y se identifiquen con él.

Las categorías se dividen en: "A", de 12 a 18 años; y "B", de 19 a 29 años, y las ramas de premiación son: Desarrollo comunitario y sustentable; Educación, preservación y desarrollo cultural; Conservación y aprovechamiento de recursos naturales, y Medicina tradicional.

Hay dos premios por rama, uno por cada categoría, con valor de 70 mil pesos en Contratos de Comisión Mercantil y Depósitos de Títulos en Custodia y Administración (antes Bonos del Ahorro Nacional), así como un reconocimiento.

Las propuestas serán recibidas hasta las 18:00 horas del 13 de agosto de 2009, y se deberán enviar al Instituto Mexicano de la Juventud, en Serapio Rendón 76, colonia San Rafael, Código Postal 06470, México, Distrito Federal, o en Línea Joven: 01 800 22 800 92.

Pozol: una bebida para refrescarse

Ciudad de México, DF., (El Universal).- Se dice que México es un pueblo de maíz y de la fertilidad de su tierra broto el cacao, ambos ingredientes dieron vida al pozol, bebida tradicional del estado de Tabasco. Gracias a sus ingredientes diluidos con agua fresca, es una excelente bebida para refrescarse en estos días de calor.

La tradición en Tabasco dice que debe colarse y servirse en jícaras labradas en Jalpa de Méndez, en Centla o Zapata. Los habitantes costeros suplen las jícaras con cubiertas de los cocos en los que se sirve el pozol para mitigar la sed bajo las palmeras que danzan al silbido del viento.

El pozol, viene de la palabra náhuatl pozolli, es una bebida de origen mesoamericano que sigue siendo muy popular en el sur de México. Los estados que más disfrutan de su preparación aparte de Tabasco, es Chiapas y Oaxaca. Hay quien afirma que a los trabajadores chiapanecos que trabajan en los campos, preparan esta bebida con un doble propósito: quitar la sed y calmar el apetito.

El pozol, por tradición, suele servirse en un recipiente natural, llamado jícara que lo conserva fresco y resulta muy útil al momento de efectuar el acostumbrado movimiento elíptico que permite a la bebida revolverse con el asiento de la misma.

Las calles de Tabasco se inundan con el aroma del cacao, vainilla y otros ingredientes. Uno de los personajes más famosos de esta tierra es don Emiliano Sánchez Santos, quien prepara el pozol natural o también lo puede preparar con otros ingredientes como cacao, leche, horchata y vainilla.

En la época prehispánica, el pozol fue muy apreciado entre los antiguos habitantes de estas tierras por ser un nutriente de resistencia para los viajeros indígenas. Expertos afirman que éstos sabían de su importancia porque alimentaban, mitigaba la sed en estas zonas de mucho calor y perduraba sin echarse a perder. Su preparación requería de las virtudes culturales y de la sabiduría de las mujeres quienes elaboraban el pozol en sus piedras de moler.

En diversos escritos de la época colonial, los europeos que estuvieron en tierras, describieron al pozol como bebida agria de los indios que los hacía resistentes al calor.

En otros lugares del sureste como Chiapas y Oaxaca se apreció el valor alimenticio del pozol. Sobre los usos del cacao en Oaxaca y en referencia al pozol, por el año 1763, en su Diario del viaje a la Nueva España, Francisco de Ajofrín escribió: "En esta provincia usan los indios de una bebida que llaman pozol, compuesta de cacao y maíz con algunos otros ingredientes, de que hacen una masa blanca que beben desleída en agua fría y tiene un sabor agrio. Llevan esta masa en los caminos con algunas tortillas de maíz, que es toda su prevención de viajar".

Actualmente en las calles de Tabasco, se puede disfrutar de ver a los lugareños disfrutando de esta nutritiva y refrescante bebida.

Es por ello que la chef Martha Ortiz, comparte la receta de esta bebida tabasqueña clásica, a la que se pueden añadir flor de chorote, piste (semillas de zapote tostadas), camote, etc. Se puede beber solo o usarse para acompañar cualquier alimento.